Una Voz En Las Sombras



Observé mi reloj mientras buscaba, bajo un árbol, refugio para la inclemente lluvia. Ella llegaba con retraso, como casi siempre. al verla venir a través de la bruma me incorporé y salí a su encuentro

- aquí me tienes - dijo ella

observé sus ojos, delataban el brillo de un nuevo amor. Mis besos habían quedado en el pasado, mis caricias en las frías noches de invierno ya no eran más que un recuerdo imperecedero en mi memoria. Consumía el silencio, necesitaba una palabra. pero, sin embargo me vi llorando bajo la lluvia. El hombre en mí, jamás se había sentido tan lánguido y frágil. Parecía que la más leve brisa podría quebrarme. Aunque, mi corazón, yacía roto en mil pedazos y ya no podía volver a unirlos.

- nunca me olvides - le dije

ella asintió con su cabeza y me dio un beso, un beso corto y fugaz pero que se prendió en mi como mil agujas queriendo penetrar mi piel.
La vi marchar casi tan rápido como la había visto llegar. ¿Ahora qué haría con mi vida sin su ayuda? ¿Qué sería de los niños con un padre alejado? aunque bien sabía: ella era la mejor madre del mundo y lo sería porque los niños le adoraban, siempre supe, un poco más que a mí.

Con mi maleta bajo el árbol, intento aunque sea por un segundo detener el reloj y comprender porque ella me dejaba: ¿fui un mal esposo? ¿Cambié demasiado luego de casado?. Como fuera, no podíamos negar los hechos que nos habían llevado hacia este final prematuro y siempre doloroso. Cuatro años de casados parecen una eternidad ahora, una eternidad efímera. Siempre pides más pero llega el momento aquel en que todo parece explotar y luego nada queda.

¿Ahora qué haría con mi corazón destrozado? ¿cómo podría vivir sabiendo que mientras la lluvia hacia ver pequeñas mis lágrimas ella se abrazaba en el calor de un nuevo querer? ¿Cómo podría dormir sabiendo que ese otro podría ganar el afecto de mis hijos relegándome a ser solo un plato de segunda mesa?

Traté de abrir la maleta y lo primero que hallé fue una fotografía de la familia: nuestros dos hijos y nosotros, la pareja que otrora sonreía feliz. ¡Oh, que felices que éramos!. Besé la fotografía y la guardé en uno de los bolsillos  de mi camisa y suspiré.

la impronta de su último beso estaría conmigo siempre, tan cerca de mi corazón como pueda siempre estarlo. por mis  mejillas caen amargas lágrimas mientras el ruido de la lluvia, que me había apartado de mi único amor esta tarde, me ha dejado solo.

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